Pindorama - Brasil

 

Pau Brasil


10/05/2021



Me fascinan las palabras, podría escribir mi propio diccionario de palabras favoritas, aunque tal vez sería una enciclopedia porque tendría varias páginas dedicadas a la etimología, a la historia y al uso social de cada una de ellas.

Hay una que descubrí no hace mucho tiempo por estos rumbos tropicales, es la palabra Pindorama. Me llamó la atención desde el principio por su particular sonoridad que difiere de la mayoría de las palabras en portugués. Evidentemente no es una palabra de la lengua portuguesa, sus orígenes se le adjudican al tupí guaraní, pindo lugar/tierra/región y retama o rama palmeras, o sea lugar de palmeras. Me pregunto cuál será el camino que recorrió para llegar hasta el portugués brasilero, cómo habrá sido su evolución fonética, morfológica con el paso de los años, cómo sobrevivió a las múltiples masacres de blancos contra nativos y cómo un territorio pasó de llamarse Pindorama a Brasil.

Así es, Pindorama es el primer nombre de Brasil, un lugar mítico para los nativos tupi guaraní, una tierra libre del mal, un lugar encantador rodeado de palmeras. 

Y como era de costumbre, los invasores, que en este caso eran portugueses, decidieron darle otro nombre a estas tierras en vez de preguntarle a los propios habitantes. Así, por allá en 1500, Pedro Álvarez Cabral y sus secuaces le llamaron primero Isla de Veracruz, pues pensaban que se trataba apenas de un pedazo de tierra que se interponía en su camino hacia las Indias. Durante un tiempo también la nombraron Tierra de Santa Cruz, siempre en alusión a la orden de Cristo que los había traído por los mares hasta este continente, el cual decían haber conquistado. Tal vez sus reyes Católicos no aceptarían de buenas la palabra invasión o exterminio.

El punto es que llegaron para quedarse, contra la voluntad y la bravura de los nativos quienes nunca olvidaron el primer nombre de su tierra.

Según la perspectiva de los historiadores, el nombre de Brasil tendría dos orígenes completamente diferentes. Por un lado hay quienes dicen que se origina del palo Brasil, un árbol codiciado y explotado por los colonizadores para extraer pigmento rojo que usaban para teñir sus vestidos. Los obreros que extraían la madera eran llamados brasileros.

Ya otra vertiente afirma que el nombre habría sido encontrado en una leyenda medieval que hacía referencia a una isla perdida llamada Brasil, representada en diversos mapas de la edad media. Por ahí de 1530 comienza un largo periplo de nombres -unos más rebuscados que otros- para nombrar a nuestro querido gigante del sur, al que llamaron oficialmente: Colonia de Brasil del Reino de Portugal

Luego, en 1808, el rey Don Joao VI atravesó el atlántico con su corte para huir de los franceses expansionistas y así salvaguardar a la familia real, símbolo de la monarquía absoluta. Y entonces el gigante fue el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves.

Más tarde, con la "independencia" de la Colonia, en 1922 el hijo mayor del rey, Don Pedro de Alcántara de Braganza es nombrado primer emperador de la ex-colonia, y el gigante cambia el nombre a Imperio do Brasil.

En 1889, año de la proclamación de la República y de la primera constitución republicana, inspirados en los vecinos del norte, el gigante pasa a llamarse Estados Unidos do Brasil.

Después viene la terrible dictadura de 1964 hasta 1985 en donde se le cambia el nombre a República Federativa do Brasil.

En 1988, se promulga la nueva y actual constitución que tendría el arduo trabajo de cerrar el capítulo de la dictadura militar y así dar inicio a un proceso de redemocratización a través de la “constitución ciudadana”, como se le conoce actualmente (aunque no todos los ciudadanos la conozcan). Finalmente, no se incluye ninguna ley que cambie el nombre del gigante que le fuera otorgado primero por los invasores, después por los colonizadores, luego por los monarcas forajidos y por último por los militares dictadores.

El nombre sigue siendo el mismo, la raíz del problema aún es ignorada, la sangre roja como la madera del palo-brasil sigue corriendo por las calles periféricas y por las tierras fértiles y ocupadas por pueblos originarios diversos.

Brasil, también es una palabra de sonoridad bonita pero la historia que cuenta su nombre, hoy, me hace sentir escalofríos, indignación, tristeza. Hoy Brasil, "patria amada", es más bien patria armada.

Mientras escribo, la lluvia cae sobre Río de Janeiro para lavar la sangre derramada de las víctimas de una masacre más, en una favela más, bajo el mando de un presidente fascista más cuyo nombre no merece ni siquiera ser nombrado.

Me pregunto si el nombre del país vecino, que también está bajo el mando de un genocida, tendrá una historia parecida, ya que su significado etimológico es tierra de Colón.



Claudia Mar







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